Estados Unidos de 
América tiene una influencia (para bien o para mal), tan vasta en la 
política mundial e inclusive en la política doméstica de los países, que
 la elección presidencial es un acontecimiento de marcada relevancia. 
Vale la pena seguirla y es natural tener preferencias, cuando se 
entiende las repercusiones que esto tendrá en el planeta. De hecho, 
decir que no deberíamos interesarnos en los comicios presidenciales 
norteamericanos, es signo de no entender su alcance en la sociedad 
mundial.
En mi opinión, es refrescante ver como la 
mayor parte de las personas que conozco que siguieron el proceso, 
preferían que Obama ganase las elecciones. Eso demuestra que fuera de 
Estados Unidos, las personas entienden muy bien lo que está en juego. De
 hecho, lo entienden mejor que en el norte, en donde el margen de 
ventaja en el voto popular es milimétrico. Y esta tendencia se repite en
 la comunidad internacional: es preferible un gobierno Demócrata a uno 
Republicano.
Calza a la perfección 
esa máxima que dice que las elecciones no las ganan los Demócratas, sino
 que las pierden los Republicanos. Porque Obama con todo su carisma y 
manejo del discurso, con todo y sus buenas intenciones y sus títulos 
universitarios, con todo y su comprensión de los problemas internos e 
internacionales, no ha llenado las expectativas de las personas que 
votaron por él y que esperaban un viraje en la manera de hacer política 
que tanto daño le ha hecho a los norteamericanos de a pie, al país y a 
sus instituciones.
Con el Partido 
Republicano pasa un fenómeno análogo al cuento de “la gallina y el 
huevo”. Es difícil precisar qué fue primero: la base cristiana 
fundamentalista de extrema derecha en necesidad de un partido que los 
represente, o la capitalización (y explotación) por parte del partido de
 las masas mal informadas y profundamente conservadoras. Es un proceso 
complejo de entender si no se sigue constantemente las particularidades 
de la política norteamericana.
Es una dicha 
para Estados Unidos y para el mundo que haya perdido el Partido 
Republicano, ya que éste hoy en día se erige como el partido 
anti-desarrollo social, anti-comercio internacional, anti-avance 
científico, anti-ecológico, anti-intelectuales, anti-tolerancia 
religiosa, anti-inmigración, anti-cooperación internacional, 
anti-derechos humanos, etc. Es inaudito que estos lineamientos tan 
extremistas dentro del Partido, estén allí debido a que son atractivos 
para un número ingente de norteamericanos.
El
 Partido Republicano ha sido además muy eficiente manipulando y 
engañando a sus votantes, haciendo parecer que el gobierno de Obama es 
comunista, pro-musulmán y una sarta de sinsentidos. Para un observador 
externo es difícil creer que la gente de crédito de semejantes patrañas.
De
 hecho, la gente que entiende de política en los Estados Unidos, sabe 
que Obama no es realmente el adalid de los Demócratas y que sus 
discursos liberales no concuerdan con el producto de sus políticas. Este
 gobierno tiene más en común con el conservadurismo moderado de Reagan 
que con el liberalismo internacionalista de Roosevelt. Adicionalmente, 
el votante norteamericano juzga la gestión del presidente por el 
presupuesto nacional, por el desempeño de la economía e inclusive por el
 precio del petróleo. En el primer caso, es competencia del Congreso la 
asignación de presupuesto y el endeudamiento, en el segundo caso el 
sector privado y los inversionistas tienen una influencia mucho más 
directa en el comportamiento de la economía que el Ejecutivo Nacional, y
 en el tercer caso los precios del petróleo se forman de acuerdo a 
multitud de variables, entre ellas leyes de la oferta y la demanda 
mundial (manipuladas o no) y factores tan complejos que evidentemente 
escapan de las manos de este Presidente.
En
 síntesis, es una suerte que un gran sector de la población 
norteamericana no comulgue con el extremismo del que se ha hecho eco el 
Partido Republicano, ya que estos votantes no partidistas son los que 
definen el resultado electoral. Por lo que se ve, la gente no está 
satisfecha con Obama, pero rechaza el Estados Unidos obscurantista al 
que los Republicanos apelan entre sus adeptos fervientes.
Cuatro años más
Publicado por
Unknown
on miércoles, 7 de noviembre de 2012
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