Las economías emergentes en el Sistema Internacional

Publicado por primera vez en la revista Cosmos de la Universidad Alejandro de Humboldt

El Sistema Internacional es ese constructo que la escuela inglesa de las relaciones internacionales busca demarcar y conceptualizar como el escenario en donde los Estados actúan para cumplir sus fines. Estos fines se precisan de acuerdo al omnipresente, aunque poco entendido, interés nacional. El escenario lo constituyen esquemas de integración regional, foros multilaterales, regímenes internacionales y organizaciones gubernamentales internacionales. Es decir, todas estas instituciones, conferencias y acuerdos sirven de marco para la política mundial, pero están adaptadas a lo que los Estados necesiten de acuerdo a sus ideas y propósitos como entes representativos de una voluntad nacional[1].
Las economías emergentes, como las define Sosa (2012), comparten rasgos en su estructura productiva, crecen de manera sostenida a un ritmo acelerado y además se presentan como una alternativa de liderazgo en sus respectivas regiones y con proyecciones globales. Este liderazgo también emergente, se materializa en el Sistema Internacional de diversas formas y con diversos resultados para los participantes. El sistema es reflejo de los Estados que lo componen, y las economías emergentes le han dado un vuelco a algunas de las organizaciones de gobernanza internacional. Por esta razón, aunque sería exagerado hablar del establecimiento de un nuevo Sistema Internacional, sí podemos aseverar que se está perfilando una nueva faceta de éste sistema en donde la interdependencia es más profunda y ya no se decanta de manera tan evidente a los tradicionales polos de poder global (Haass, 2008)[i].
El grupo de países conocidos como BRIC, son indudablemente las más representativas de las economías emergentes y su liderazgo regional es patente (O’Neill, 2001)[ii]. Estos países son heterogéneos en cuanto a la conducción de sus políticas exteriores y su influencia en los diversos foros internacionales, pero la relevancia en ascenso de estos actores es palpable. Dentro de sus acciones conjuntas, se encuentra la iniciativa para renovar la capacidad del Fondo Monetario Internacional para dar préstamos en situaciones de crisis financieras, a través del incremento de sus aportes[iii].
Aunque las reuniones de estos países, se enfocan en el sistema financiero internacional y la prevención de crisis económicas, hay otras áreas en donde su creciente influencia es consecuentemente más visible. La detentación de poder de los BRIC se manifiesta de manera cada vez más frecuente en el Sistema Internacional y tiene alcance global en el caso de China y Rusia.
China, es un Estado unificado desde hace más de 2000 años y ha estado a la vanguardia en innovación tecnológica, producción de alimentos, manufactura y en comercio internacional durante toda su historia. El breve lapso de tiempo de su historia, en donde China tuvo menos influencia en su región y en el mundo, se debió a los gigantescos desafíos que enfrentaron los gobiernos de la “República Popular” por afianzarse en el país. Por tanto, sus esfuerzos se concentraron hacia adentro durante gran parte del siglo XX. Sin embargo, una vez que las políticas internas lograron reacomodar su sistema productivo y garantizar un crecimiento acorde con las dimensiones del país, China asumió el rol que le correspondía en el Sistema Internacional de manera más activa[iv].
Esto se evidencia con el cambio de asientos en el Consejo de Seguridad de la ONU, el único órgano de esta institución con capacidad de tomar decisiones vinculantes para sus miembros. Desde la fundación de la ONU en 1945 hasta 1971, La República de China en Taiwán ocupaba un puesto en el Consejo de Seguridad como miembro permanente, junto con Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética. Sin embargo, ya para 1971 la metáfora del elefante en la habitación se quedaba corta y no se podía ignorar a la República Popular de China como actor fundamental en el mundo contemporáneo.  Aún en medio de la guerra fría y aún con el poder de veto, hubo que reconocer que el verdadero dueño de ese asiento en el Consejo de Seguridad no era el gobierno de Taipéi, sino el gobierno de Beijing. Desde ese momento, se concede con aquel cambio entre los miembros permanentes del consejo, el peso de China en el Sistema Internacional, que pasa a formar parte de ese club selecto aunque ya anacrónico de la Comunidad Internacional, que sobre sus hombros lleva el peso de mantener la paz y la seguridad global.
Ahora bien, con excepción de las organizaciones que se derivan del sistema ONU (UNESCO, ONUDI, UNCTAD, etc.), la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, y algunas otras pocas; China mantiene una posición neutral como miembro observador o miembro asociado en la gran parte de las instituciones internacionales y esquemas regionales de integración. Por esta razón, no tiene voto dentro de las mismas aunque sí participa en las discusiones regularmente. Se evidencia así, que China prefiere fomentar las relaciones y acuerdos bilaterales en lugar de los foros multilaterales en donde la búsqueda de consenso y las decisiones conjuntas pueden ser interpretadas por el gobierno chino como injerencia en los asuntos internos del país (Kent, 2002)[v].
De manera similar tenemos a la Federación Rusa, que detenta un poder considerable en la política mundial por varias razones, incluyendo el hecho de ser el país con el mayor número de ojivas nucleares. Rusia posee también el poder de veto en resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, al ser los herederos del asiento como miembro permanente que perteneció a la URSS hasta su desintegración en 1991. Así que su capacidad nuclear, y su posibilidad de permitir o denegar decisiones vinculantes para la seguridad y la paz internacional lo colocan en una posición de protagonismo en el escenario mundial.
Rusia forma parte de las Conversaciones a Seis Bandas, junto con Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur  y Corea del Norte para encontrar una solución pacífica al problema de la proliferación nuclear de ésta última. Asimismo, forma parte del G8, que agrupa a las economías más desarrolladas del mundo en un foro que define las prioridades en la política mundial para las potencias. Además, forma parte de la Organización Europea para la Seguridad y Cooperación, y del Consejo OTAN-Rusia, por lo que su papel de potencia mundial, lejos de haberse caído junto con el Muro de Berlín, pasó por una transformación al convertirse en aliado de Estados Unidos y Europa en el mundo post guerra fría.
En el plano económico, después de 18 años de conversaciones, Rusia pasa a formar parte de la OMC como miembro pleno y adicionalmente tiene importantes acuerdos que lo vinculan con la Unión Europea, los países ex soviéticos y con la APEC. Igualmente es observador en la Organización de Países Exportadores de Petróleo y en básicamente todas las organizaciones que conforman el nuevo orden económico internacional. En síntesis, Rusia es un actor de primer orden en la política mundial, ya que participa activamente en los foros económicos y de seguridad internacional y su voz y voto tienen mucho peso en las relaciones globales.
En una siguiente categoría tenemos a los otros dos miembros de este grupo de economías emergentes: India y Brasil. Estos dos países tienen una creciente importancia en sus respectivas regiones y con miras a tener un rol preponderante en el mundo (Costa Vaz, 2006)[vi]. Ambos se han convertido, salvando las diferencias, en interlocutores entre el primer mundo y los países en desarrollo. Similarmente, ambos Estados pujan por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, a través de la tan dilatada reforma y ampliación de ese importante órgano de gobernanza internacional; lo cual los igualaría a los otros dos miembros de la ecuación BRIC.
India tiene una posición de rivalidad frente a China que el resto de los países mencionados no tienen, por varias razones[vii]. En primer lugar por consideraciones geopolíticas, ya que ambos países poseen una esfera de influencia que se solapa hacia el sur y el centro de Asia. En segundo lugar, comparten una frontera de casi 4.000 kilómetros en donde algunas zonas están en disputa y que incluye dos de las regiones más incendiarias de la geografía mundial: Cachemira y Tíbet[viii]. En tercer lugar, por la gigantesca demanda de energía que se deriva de sus inmensas poblaciones y el tamaño de sus economías; necesitan competir por los recursos limitados que se ofrecen en el mercado energético mundial, y que son vitales para mantener el crecimiento de la economía muy por encima del crecimiento demográfico. Aun así, la rivalidad no impide que el comercio bilateral haya alcanzado cerca de 60 millardos de dólares en los últimos años[ix].
Adicionalmente, India es un Estado nuclear, lo que le da un estatus diferenciado en el Sistema Internacional. En especial, porque India maduró su capacidad nuclear bélica al margen del derecho internacional[2], al saltarse la prohibición de desarrollar armas nucleares y negarse a formar parte del Tratado de No Proliferación Nuclear. De hecho, las pruebas nucleares de India en 1974, dieron pie a la creación de la organización internacional Grupo de Suministradores Nucleares. Esta organización se encarga de supervisar el comercio de materiales y tecnologías que puedan ser desviadas del uso civil de energía atómica y usadas en un programa de armas nucleares. Ésta organización levantó severas objeciones al tratado entre Estados Unidos e India de energía nuclear del año 2005 por considerarlo poco preciso. Como consecuencia, India se plegó de manera voluntaria a los principios de la organización y extendió su moratoria a las pruebas nucleares[x].
La India de hoy abandonó su carácter de país no alineado, por una participación activa en los asuntos globales. Sus intereses ya no se limitan al sur de Asia, sino que tienen alcance mundial y comparte iniciativas importantes junto con China en el G20 en áreas como el cambio climático y el comercio internacional. Incidentalmente, India contribuye activamente en el patrullaje del Océano Índico y el Mar Arábigo en la lucha contra la piratería marítima en aguas internacionales.
Brasil, la segunda economía dentro de los BRICs tanto en PIB como en ingreso per cápita, difiere de los otros países en sus estrategias para afianzar el rol de potencia mundial. Sus actuaciones en el Sistema Internacional se caracterizan por la interlocución hemisférica, la promoción de la integración regional, la cooperación Sur-Sur y relaciones equilibradas con Estados Unidos y la Unión Europea. Su liderazgo en América Latina y el Caribe es patente y el único país con capacidad de desafiar esta posición sería México. Sin embargo, la relación entre Brasil y México es cada vez más estrecha en términos de intercambio comercial y sincronización de objetivos políticos[3].
En primer lugar, Brasil no posee ni tiene intenciones de poseer armamento nuclear. Además de formar parte del Tratado de No Proliferación Nuclear, forma parte de OPANAL y el Tratado de Tlatelolco, en donde las naciones latinoamericanas y caribeñas renuncian voluntariamente al uso bélico de la tecnología nuclear. Por ello, Brasil se perfila como potencia de “poder blando”, según los términos de Josep Nye (2003)[4]. Su liderazgo está basado en el rol de defensor de las naciones pobres que ha adoptado Brasil en los diversos foros multilaterales. Adicionalmente ha contribuido con las misiones de mantenimiento de paz y misiones humanitarias de la ONU en países como Haití y Timor Leste[5].
En materia de medio ambiente y desarrollo sostenible, Brasil se ha erigido como líder continental e inclusive global. Esto se hace patente desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, en las tres ediciones del Foro Mundial de Sostenibilidad en Manaos[xi], hasta la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Rio+20, que se llevó a cabo en Junio de 2012. Además, existe una propuesta de Brasil para América Latina y el Caribe para el uso de energía renovable, llamada Iniciativa Energética Brasileña, que ha tenido gran acogida en la región. Asimismo, el gigante sudamericano ratificó el Protocolo de Kioto en el año 2002, y desde entonces ha mostrado liderazgo mundial en el área a través de Mecanismos de Desarrollo Limpio[6].
En la Organización Mundial del Comercio, se muestra como defensor de los principios de Doha ante las economías más industrializadas. Brasil ha enfatizado en que los países desarrollados tienen la necesidad de hacer concesiones y cumplir los compromisos en materia agrícola que se acordaron en Marrakech en 1994. De igual manera invierte una gran cantidad de capital político en los proyectos de integración regional, a través del Mercosur y tendiendo puentes con la Comunidad Andina, con miras a concretar la integración Sudamericana proyectada en UNASUR[xii].
Lejos de tener una política exterior altruista y comprometida con el bienestar humano, la estrategia de liderazgo de Brasil en Latinoamérica y el mundo, sigue la pauta de naciones como Canadá o los países escandinavos. Estos últimos son Estados con gran influencia en el Sistema Internacional ya que sus acciones de política exterior logran que la comunidad internacional quiera estar de acuerdo con ellos por identificación ideológica. Es lo más cercano que existe a la moral en las relaciones internacionales. Brasil ha sabido asumir el rol con grandes aciertos y de este modo, logra plegar la voluntad de los países latinoamericanos, varios africanos y de otras regiones a los intereses y objetivos de la política exterior brasileña. Por ejemplo, si se reforma el Consejo de Seguridad de la ONU para tener más miembros permanentes con capacidad de veto, lejos de decantarse por México o Argentina para ocupar el asiento que correspondería a la región, Latinoamérica apoyaría de manera contundente a Brasil.
Como corolario, es importante mencionar a Sudáfrica, ya que en la tercera cumbre de estos países realizada en abril de 2011 en China,  éste país se incorporó oficialmente a las reuniones de este heterogéneo grupo de economías emergentes. Aunque Sudáfrica no cuenta con una población comparable con ninguno de los otros cuatro Estados, fue invitado por ellos por su boyante crecimiento económico.
Con una política exterior un poco más regionalizada, Sudáfrica se presenta como el más modesto de los países BRICS en el Sistema Internacional. Debido al aislamiento derivado de sus políticas de apartheid, es a partir de 1994 en donde Sudáfrica reentra en la comunidad internacional. Es readmitido en varias organizaciones tales como la Commonwealth de Naciones, ONU, OIT, OMS, FAO y otras organizaciones del sistema de Naciones Unidas, y se une a diferentes espacios regionales como la Organización para la Unidad Africana (hoy Unión Africana), y la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC). Igualmente es el candidato más idóneo en una posible ampliación del Consejo de Seguridad, a la hora de ocupar un puesto permanente en representación de África[xiii].
En resumen, estos países emergentes conocidos como BRICs (o BRICS, si incluimos a Sudáfrica), representan un liderazgo internacional alternativo al G7, apoyado en su dinamismo económico y el respaldo regional. Se muestran como referencia obligada en los diversos temas de agenda internacional actuales como seguridad y defensa, cambio climático, integración regional, propiedad intelectual y sistema financiero internacional[xiv].




[1] Las corrientes teóricas predominantes en relaciones internacionales, el neorrealismo y el neoliberalismo, coinciden en que el poder de las instituciones internacionales, derivan del poder y la voluntad de los Estados que las conforman. Ver los trabajos de Robert Keohane o de Kenneth Waltz, para mayor información.
[2] En 1974, India llevó a cabo la operación “Smiling Buddha”, en donde se detonó explosivo nuclear de 8 kt. Esta operación fue la primera prueba nuclear realizada por un país que no forma parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
[3] En mayo de 2010, ambos países se reunieron para profundizar el Acuerdo de Complementación Económica que firmaron en el año 2002, y más tarde en ese mismo año anunciaron la preparación de un Acuerdo Estratégico de Integración Económica. Se puede consultar información adicional en el Sistema de Información de Comercio Exterior (SICE) en el portal web de la OEA.
[4] El “Poder Blando” es un término acuñado por el catedrático de la Universidad de Harvard, Joseph S. Nye en su libro La Paradoja del Poder Norteamericano (2003). Se usa para describir la capacidad de un actor internacional para incidir en las acciones o intereses de otros actores, a través de factores culturales e ideológicos.
[5] Misión Integrada de Naciones Unidas en Timor Leste (UNMIT) y Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
[6] El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), definido en el Artículo 12 del Protocolo de Kioto, es uno de los tres mecanismos establecidos en el mismo para facilitar la ejecución de proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por las Partes que son países en vías de desarrollo en cooperación con países desarrollados.



[i] Haas, Richard N. (2008), “The Age of Nonpolarity”. En: Foreign Affairs. Council of Foreign Relations. Nueva York.
[ii] O’Neill, Jim. (2001), “Building Better Global Economics BRICS”. En: Global Economic Paper Nº66. Goldman Sachs & Co. Consultado en Junio de 2012.  
[iii] BBC. (2012), “Brics nations to increase contribution to IMF resources”. En BBC News Business. COnsultado en Junio de 2012
[iv] OECD. (2012), “China in Focus: Lessons and Challenges”. OECD, Paris.
[v] Kent, Ann. (2002), “China’s International Socialization: The Role of International Organizations”. En: Global Governance. Academic Research Library. Consultado en Junio de 2012
[vi] Costa Vaz, Alcides. (2006), “Intermediate states, regional leadership and security: India, Brazil and South Africa”. Editora UnB, Brasilia.
[vii] Pant, Harsh V. (2011), “China and India: a rivalry takes shape”. En: Foreign Policy Research Institute, E-Notes. Consultado en Junio de 2012.
[viii] The Economist (2010), “India and China. A Himalayan rivalry”. En: The Economist. Londres, Agosto de 2010
[ix] OECD. (2009), ”India’s Trade Integration: Realising the Potential”. OECD Trade Policy Working Paper No. 88. Consultado en Junio de 2012.
[x] BS Reporter. (2009), “US wants India to sign NPT”. En: Business Standard. Consultado en Junio de 2012.
[xi]  PR Newswire. (2012), “Former Prime Minister of France Underscores Brazil's Leadership Role in Environmental Matters”. En: PR Newswire. Consultado el 18 de Junio de 2012.
[xii] Sosa, Alberto J. (2008), “El MERCOSUR político: orígenes, evolución y perspectivas”. AmerSur. Buenos Aires.
[xiii] Deparment of Foreign Affairs (2008), “South African Foregin Policy”. En: South African Government Information -Discussion Document
[xiv] Singh, Rajesh Kumar. (2012), “BRICS flay West over IMF reform, monetary policy”. En: Reuters. Consultado en Junio de 2012.

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