Naturaleza Humana


Grandes incógnitas. ¿Cuál es nuestra naturaleza? ¿Cómo podemos comprender mejor la naturaleza humana? ¿Es a través de la antropología, o de la biología, o de la psicología, o de la filosofía? ¿Tiene la química respuestas? ¿O la economía, o la historia, o la sociología? Inclusive, ¿es adecuado hablar de “naturaleza humana”? Muchas preguntas, y tantas respuestas como opiniones. Hasta ahora, nadie puede asegurar que existe una verdad al respecto, y sin embargo quisiera aportar mi visión a esta lid interminable.

Este debate es ontológico para los estudios de política mundial, ya que la teoría de las relaciones internacionales se centra en que los Estados, al ser integrados por personas, reflejan en su comportamiento la naturaleza humana sin restricciones morales no aplicables a ellos. Es decir, que las personas que toman las decisiones de política exterior dentro de sus respectivos gobiernos, lo hacen en base a la propia naturaleza humana, sin verse limitados por la moral que prevalece en la sociedad en la que viven.

Esta premisa es muy poderosa, ya que si los países no actúan bajo consideraciones morales, quiere decir que si su comportamiento refleja un uso prioritario de la cooperación, el diálogo y el entendimiento con otros países, este tipo de comportamientos son reflejo de la naturaleza intrínseca de los humanos. Y consecuentemente, cuando los países actúan de manera confrontacional, egoísta y violenta, están comportándose en contra de esa misma naturaleza.

La derivación lógica de esto, es que actuar en contra de la naturaleza humana, es producto de adaptaciones sociales y aprendizajes culturales. En términos de política mundial, esto significaría que los países están inclinados naturalmente a la cooperación y el diálogo, a menos que coyunturalmente la sociedad internacional vea la actuación confrontacional y egoísta como necesaria para adaptarse exitosamente al entorno. Darwinismo Internacional, si se quiere.

Sin embargo, encuentro más convincente la versión contraria. Esto es, el diálogo y la cooperación son foráneos a la naturaleza humana, y que los Estados cuando mantienen relaciones armónicas están cediendo ante aprendizajes culturales, estrategias a largo plazo y adaptaciones emanadas de la sociedad internacional para la convivencia pacífica. Sin un sistema internacional organizado con el cuál regir las relaciones entre los países, las actuaciones de los mismos reflejarían el egoísmo y la mezquindad presente en la naturaleza humana irrestricta de moral que prevalece con la vida en sociedad.

Ergo, los humanos hemos aprendido que la colaboración, el altruismo y el desprendimiento son beneficiosos para convivir en sociedad. Pero sin la sociedad (su cultura, sus normas, su moral), el estado de naturaleza de los humanos se asemejaría al de los animales, en dónde la supervivencia dicta nuestra acciones y por tanto, el egoísmo y la confrontación son medulares a nuestro comportamiento.

Aun así, no pretendo que esta interpretación sea tomada como definitiva. Es más una reflexión que un axioma. O en todo caso, un modelo para comprender mejor el mundo en el que vivimos. Para darle sentido a las guerras y a los genocidios, pero también a la integración económica y a la ayuda humanitaria. Para conjugar la existencia de un Pol Pot con la de un Mandela. Para poder igualar fenomenológicamente la asistencia a Japón y la intervención a Libia. Todo reside en la interacción entre la naturaleza humana y el constructo social.

Intervención Humanitaria

No hay que ser un gurú de las relaciones internacionales para entender que si hay una intervención internacional armada en Libia por razones humanitarias, se debe a que hay petróleo de por medio. Eso es descubrir el agua tibia. En general, todos los países actúan de acuerdo a intereses propios, así que criticarlo cuando Estados Unidos lo hace, es llegar tarde a la fiesta.

Por ese mismo motivo no voy a redundar en crítica vacía contra la intervención humanitaria en Libia, aprobada por la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. Mucho menos voy a alimentar la teoría de que las potencias van tras el agua subterránea de Libia. Lo que sí pienso hacer, es celebrar el magnífico cambio paradigmático en la política internacional que deviene de esta operación inédita para la Organización de Naciones Unidas. En mi opinión, es mucho más importante que al final se salve la mayor cantidad de vidas posibles, y no tanto el trasfondo para ello.

Me explico: Un ejemplo análogo podría ser la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Es posible que los políticos catalanes hayan adelantado su agenda política no pensando en los toros, sino enzarzados en su ideología regionalista excluyente para eliminar todo rasgo de la cultura española común. Aun así, se salvan los toros del cruel y salvaje destino en el ruedo. En Libia, hablamos de personas de carne y hueso que están muriendo a manos del gobierno de Gaddafi.

Podemos ilustrar mejor el punto. En abril de 1994, comenzó una de las tragedias humanitarias más grandes y espantosas de nuestro tiempo. Cerca de un millón de personas fueron asesinadas en Ruanda en una campaña genocida orquestada y facilitada por el propio gobierno ruandés. Y a pesar de que en ese año no teníamos Twitter, ni YouTube, el mundo estaba enterado de lo que pasaba en África y aun así, no hubo una intervención humanitaria para detener las masacres y evitar el exterminio de los tutsis de Ruanda.

También en abril, pero de 1992, tras las secesiones de Croacia y Eslovenia de la ex Yugoslavia, se desarrolla un conflicto etnoreligioso en Bosnia que se cobra millares de vidas humanas a lo largo de varios años. La timidez o inacción de la ONU y de la OTAN para actuar con celeridad y decisión condenó la vida de cerca de 200 mil personas. Tardaron más de tres años en intervenir, aun cuando el conflicto se desarrolló en suelo europeo.

Igual de trágica fue la situación en Timor-Leste, que sufrió más de 100 mil muertes entre 1974 y 1999 a manos de la ocupación brutal de Indonesia. Años y años de forzar el desplazo de la población, de matar de hambre a los timorenses y de ejecutarlos y masacrarlos. Sólo después de la muerte de un periodista norteamericano en 1991 es que la comunidad internacional empieza a mostrar preocupación y no es hasta 1999 que la ONU decide actuar.

El mundo se hubiera ahorrado mucho sufrimiento, habrían muchísimo menos viudas y huérfanos en el planeta si en Ruanda, en Bosnia o en Timor-Leste hubiese petróleo. Es por esta misma razón que me alegro de que Libia sea un país rico en el preciado combustible fósil. Si la razón para la intervención humanitaria, fue evitar el alza descontrolada de los precios del petróleo cuando aún el mundo se está recuperando de la crisis financiera mundial que se gestó en el 2008, pues lo que debemos reflexionar es que los países pobres también consumen petróleo y se ven mucho más afectados que Francia o Estados Unidos por esta situación.

Aunado a esto, Muammar al-Gaddafi es responsable de terrorismo internacional y autor confeso de crímenes en contra de la humanidad, al someter a su propio pueblo a matanzas y persecuciones sistemáticas. Las declaraciones públicas del coronel y de su hijo Seif al-Islam son escandalosas y los libios merecen ser apoyados en su lucha para librarse de esta atroz dictadura que lleva ya 42 años.

Es por todo lo anterior que exclamo: ¡Enhorabuena por el petróleo liviano libio!

Mentiras Verdaderas



REUTERS: Japón en vista del estado de emergencia en las plantas nucleares provocado por el terremoto del pasado viernes y el devastador tsunami, ha decidido iniciar su programa de Unidades Generales para la Defensa Mecanizada Automática. Inspirado en las series animadas que popularizó el país nipón en décadas pasadas, el Proyecto GUNDAM (por sus siglas en inglés) consiste en vehículos antropomórficos controlados por un piloto con entrenamiento especializado en prevención de riesgos y defensa civil. Se espera que para la semana que viene, las primeras unidades GUNDAM, reparen cualquier posible fuga en los reactores nucleares japoneses y mantengan seguras las principales ciudades del país.


A pesar de la evidente falsedad del párrafo anterior, y de que si quedaba alguna duda, aclaro en este segundo párrafo que he inventado la reseña, van a haber personas que se tomaran en serio y que difundirán la noticia artificial sobre el “Proyecto GUDAM”.


Es la naturaleza humana, estamos dispuestos a creer cualquier cosa. Sobre todo si eso nos evita tener que razonar, y más aún si la mentira concuerda con nuestro sistema de creencias. Por ejemplo, para los fanáticos religiosos que creen que el apocalipsis se aproxima, los terremotos de Haití, Chile y Japón son la evidencia de que el Juicio Final está cerca. Para los fanáticos ecologistas (antropocentristas) que creen que estamos matando a Gaia, estos mismos terremotos son resultado de no reciclar y de dejar las luces encendidas.


Uno se pregunta cómo es posible que todavía la gente caiga en el hoax de que van a cerrar Hotmail, o de que Tommy Hilfiger es racista, o del restaurante que sirve carne humana. Además resulta impresionante la velocidad con que se propagan las noticias falsas. El acceso cada vez mayor a tecnologías de información y comunicación hace que estos rumores viajen a velocidades cuánticas a través de las redes sociales como Facebook, Twitter, YouTube, Yahoo! Respuestas, MSN o la red Blackberry, entre otras.


Entre las falsedades criollas más notorias, tenemos que se han propagado noticias sobre las “muertes” de Simón Díaz y Reynaldo Armas, se han magnificado y tergiversado las propiedades y el modo de administrar de la escopolamina (burundanga), se le han atribuido maldiciones proféticas (cuál Tut Ankh Amon) a Simón Bolívar, y un largo etcétera que crece día a día. Y la gente lo cree. Porque está escrito, porque está en internet. Porque cuadra a la perfección con lo que quieren creer. Pocas personas verifican la fuente original de la noticia o corroboran con fuentes confiables de información, y simplemente reenvían el rumor.


¿Está la búsqueda de la evidencia tan devaluada? Las religiones organizadas se esfuerzan por establecer que la fe es un vehículo válido para acceder a la verdad. Pareciera entonces que las noticias falsas conforman parte del dogma de estas redes sociales. Al desdeñar la razón, la evidencia y los hechos corroborables por los rumores, mitos y las mentiras verdaderas que nos llegan por Twitter o por Blackberry, estamos haciendo de estas redes sociales una nueva religión.

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