Ya hace algún tiempo había escrito algo muy breve sobre nuestros prejuicios implícitos y el racismo latente de toda persona. Yo estoy convencido que el racismo es un problema serio, no digo de la sociedad en términos generales, sino que creo que la discriminación esta arraigada en nuestra naturaleza y que sólo a través de la razón y el pensamiento crítico podemos deshacernos de ese lastre cultural primitivo e ignorante
En occidente, los países árabes y América Latina las principales víctimas del racismo son las personas negras, debido al modelo árabe de esclavización de africanos que fue exportado hacia Andalucía y en general hacia la península ibérica y que consecuentemente fue adoptado por España y Portugal (y luego Holanda y el Reino Unido) en las colonias americanas.
Quinientos años después, todavía se sienten las secuelas de considerar que un color de piel tiene más derechos que otro color de piel; inclusive en América latina en donde el mestizaje parece ser la norma. Y por supuesto hay países en donde las secuelas son más severas y las heridas están mucho más frescas, como Estados Unidos en donde los derechos de la población negra apenas son reivindicados en los años 60; y hay países en donde el problema existente aunque es profundo tiene posibilidades de manejarse mejor por la coyuntura histórica y social: Venezuela.
Muchas personas se niegan a aceptar la realidad del racismo en Venezuela u otras partes de América Latina con el pretexto del mestizaje y lo temprana de la abolición de la esclavitud. De hecho, es virtualmente imposible conseguir a un racista confeso, ya que conscientemente, todo el mundo parece saber lo censurable que es.
En Venezuela, el racismo también está íntimamente vinculado a la persistencia de la pobreza y la falta de opciones educativas y culturales para la población negra, por lo que soluciones dirigidas hacia estos vectores contribuyen a minimizar el fenómeno. La participación política y la representación adecuada en los medios de comunicación y la publicidad son instrumentales para minar el problema del racismo.
Otra herramienta muy poderosa es el lenguaje. He escuchado incontables veces como el lenguaje es vehículo para el racismo cuando la palabra “negro” siempre es usada con connotaciones negativas (ej: mercado negro, oveja negra, viernes negro). Y aunque el origen de esto se remonta a la Roma antigua y no está ligado con la esclavitud o el color de piel, igual está instalado en la mente de las personas.
Pero las palabras no son mágicas. No tienen un poder intrínseco y ni siquiera un significado inmutable y permanente. Las personas hacemos de las palabras lo que queramos con ellas y no hace falta más que quitarle a “negro” esa connotación negativa con el uso y la trivialización o si se quiere la exaltación de la misma. En África, negro es bueno porque negra es la tierra.
Y esto lo digo, porque lo que sí me parece atroz es importar la categoría racista que usan en Estados Unidos y otros países anglosajones para referirse a la población negra: “african-american”. Aquí se ha adaptado como “afrodescendiente” y me parece atroz por muchos motivos. En primer lugar se crea una categoría especial para diferenciar a las personas negras del resto de los venezolanos, y se enfatiza en su origen extra-continental: Yo soy venezolano, tu vienes de áfrica. En segundo lugar, ignora por completo el hecho antropológico e histórico de que venir de áfrica no quiere decir tener la piel negra.
Además acentúa el hecho de que somos diferentes y que debemos tener reglas diferentes en vez de buscar armonizar las relaciones interpersonales. El término afrodescendiente da pie para más exclusión y búsqueda de diferenciación por continente, región o etnia (lusodescendiente, sinodescendiente, eslavodescendiente, semíticodescendiente, etc). Ignora la evidencia científica que ataca el racismo desde la razón, de que el color de piel no es garantía de la composición de nuestro ADN mitocondrial, y que es muy probable que los blancos también tengan un porcentaje de ADN africano.
En fin, en vez de importar de Estados Unidos las iniciativas positivas para la lucha en contra del racismo, como el protagonismo y la participación incluyente de las personas negras en la política, la educación y en las industrias que tienen alcance masivo como el deporte profesional, la publicidad y el entretenimiento; importamos lo peor: la creación de una categoría diferenciadora que excluye inclusive con su raíz etimológica: tu origen está fuera de Venezuela y por eso eres menospreciado: afrodescendiente.
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