La República Popular China está presente en el día a día de cualquiera de nosotros. La globalización -ese término tan manoseado- ha hecho que sus productos y servicios estén disponibles con cada vez mayor frecuencia e intensidad para el resto del planeta.
El país en donde vive el 20% de la población mundial, con cerca de 400 millones de teléfonos celulares y 100 millones de usuarios de Internet (aunque no pueden acceder a sitios como BBC News, Amnesty International o Dalailama.com), sigue siendo desconocido, alienígena… Sus costumbres, su idiosincrasia, su carácter permanece misterioso ante los ojos (redondos) occidentales.
Quizá las olimpiadas nos permitan entender a esta extraña civilización, que diseñó y ejecutará una porra especial para celebrar en los estadios cada vez que China compita.
Ellos han tratado de mezclarse con la población del país en donde son inmigrantes (¿difícil de creer?), y como ejemplo podemos decir que la comunidad china de Sudáfrica solicitó a las autoridades que se les considere negros (y lo consiguieron).
En todo caso, teniendo en cuenta que el 70% de los productos pirateados a escala global vienen de China, se hace cada vez más necesario abrir los ojos hacia Oriente… ¿o debería decir entrecerrar los ojos?
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