La celebrada integración económica, es una
decisión de política comercial que hoy en día se presenta como el paradigma no
sólo del comercio, sino inclusive de las relaciones internacionales y raramente
se cuestionan sus beneficios prácticos o teóricos. Es aún más escasa la
literatura que hable abiertamente en contra de la integración, y aunque no es
mi intención hacer un ataque general e indiscriminado, si quiero hacer una
revisión acerca de ciertos aspectos específicos y una valoración de supuestos
méritos de la misma, a fin de presentar un panorama alternativo.
En Venezuela, la integración se defiende con
fervor patriótico, ya que dentro de nuestra mitología nacional está arraigada
la idea de que los modernos tratados regionales tienen su origen en el
pensamiento bolivariano y en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Esto hace que
hablar en contra de la integración sea, además de anti-paradigmático en el
ámbito académico, casi una blasfemia ante nuestro culto a Bolívar. Sin embargo,
soy de los que afirma que el pensamiento científico debe cuestionar siempre los
paradigmas, y más aún si los mismos derivan de un acto de fe.
En todo caso, no intento desmentir los
beneficios teóricos o probados de la integración económica, pero si valorar la
alternativa y reflexionar acerca de su contribución al desarrollo de los
países. Este ejercicio pretende ser un punto de partida, un inicio de un debate
y no una afirmación taxativa o dogmática en contra de la integración. Por eso,
el título del artículo es más una provocación à la Fukuyama, y no un manifiesto militante. La idea es no dar por
sentado nada dentro de las ciencias sociales, ya que son tan inexactas, como
impredecible es su sujeto de estudio.
Adicionalmente, la crítica fácil surge de la
crisis europea en los llamados PIIGS, y en donde Grecia se lleva el
protagonismo. Toda persona que más o menos lea los titulares, puede señalar
acertadamente al euro como una camisa de fuerza que no deja que el ahogado
pueda usar sus brazos para salir a flote. Ya sobran los análisis que explican
por qué el euro estuvo mal implementado y cómo dañan las economías de los
eslabones más débiles de esta cadena que encierra a la eurozona. Algunos se
aventuran inclusive a decir que la Unión Europea es un Titanic a punto de
chocar con un iceberg sin precedentes.
Aún así, los fallos de la Unión Europea, se
los endosan a la burocracia de Bruselas o la rigidez financiera de Frankfurt,
pero no necesariamente a la esencia teórica de la integración. Con todo, es
esta esencia teórica la que cuestiono, ya que por definición, en un estadio
avanzado de integración las decisiones se toman de manera centralizada siempre.
No es un vicio de Bruselas o de Frankfurt, sino la forma en que naturalmente se
tienen que organizar las instituciones de un proceso de integración profundo.
El problema de centralizar la toma de
decisiones es básicamente el mismo problema de los monopolios u oligopolios:
limitan la innovación y estrangulan la competencia; no en el campo empresarial,
sino en la implementación de políticas públicas. La gobernanza dentro de un
sistema de integración avanzado se ve restringida por las trabas
supranacionales a las que los Estados se someten para favorecer el intercambio
comercial.
La diversidad lingüística y cultural de
Europa, fue un aspecto catalizador de su desarrollo político, científico y
humanístico. Aunque celebro la paz que ha traído la integración económica al
continente, se pudiese argumentar que la misma ha sido producto de la
democratización de los Estados europeos, y que además el volumen de intercambio
comercial puede alcanzarse sin necesidad de integrarse en otros aspectos. Esto
lo demuestra Suiza, que se mantiene férrea en su postura de permanecer fuera de
la Unión Europea a pesar de tener una magnitud considerable de intercambio
comercial con estos países.
La discusión está abierta, no obstante cabe
evaluar si vale la pena sacrificar la creatividad política y todo lo que esto
significa para el desarrollo de las sociedades, por los beneficios económicos,
que bien se pueden alcanzar con otro tipo de acuerdos comerciales. La
integración no es el camino, es uno de los caminos. De hecho, puede ser un
camino largo y con un elevado costo de oportunidad político que podría retrasar
importantes cambios sociales.